El Ferro volvía al plano nacional
tras salir campeón del torneo Federal A. Muchos jugadores siguieron en la institución
para formar una “base” de cara al Nacional B que ya estaba a la vista. Sabían
que no iba a ser fácil lograr la permanencia, que era el objetivo principal que
se planteó la dirigencia y cuerpo técnico.
La primera parte del campeonato
fue muy irregular, peleando en las posiciones bajas, comprometidos en la zona
roja del descenso. El nerviosismo aumentaba cuando no se podía ganar de local y
los problemas empezaban a agudizarse. Gustavo Coleoni, entrenador en ese
momento, no podía encontrar el norte en su brújula. Hasta pensó en dar un paso
al costado cuando entraron en el receso.
En la segunda mitad del
campeonato todo cambió. El equipo empezó a ganar, no deslumbraba con su juego,
pero era eficaz y se conseguían los tres puntos, tanto de visitante como de
local.
Las buenas empezaron a venir y,
el Ferroviario, con más esfuerzo que juego, consiguió clasificarse al reducido
para pelear por el ascenso a la máxima categoría.
El primer rival fue Platense, uno
de los principales candidatos a quedarse con el segundo ascenso. Uno de los
peores partidos de la era Coleoni. Sin embargo, luego del 0 a 0 de local, el
Ferro, tenía que visitar al “Calamar”, que cargaba con toda la presión. El
equipo santiagueño hizo una muy buena presentación, un planteo muy inteligente
y lo terminó ganando 1 a 0 con gol de Ortega.
El segundo enfrentamiento, ya por
la semifinal, fue con Almagro. Un equipo durísimo que Central Córdoba logró
neutralizar en ambos partidos. El primero fue a favor del conjunto santiagueño
por 2 a 1, los goles lo marcaron Melivillo y Rossi para Central Córdoba y Arce
para los de José Ingenieros. El segundo encuentro también fue a favor de los
santiagueños por 2 a 1, con goles de Lujan y Rossi, había descontado Piovi para
Almagro.
El tercer y último rival era
Sarmiento de Junín. Venía de perder el desempate contra Arsenal por el primer
ascenso y casi que, sin molestias, logró llegar a la final del reducido.
El primer cotejo, que se disputó
en el Alfredo Terrera, terminó 1 a 1 con goles de Rossi por parte del local y
Miracco por parte del visitante.
La vuelta se jugó un 8 de junio.
Corría la tarde helada en Junín, los hinchas llenaron el estadio con algunos
infiltrados que fueron desde Santiago del Estero.
Literalmente, el Ferro, pateó 3
veces al arco en todo el partido. Uno de los peores encuentros del año a nivel
juego. El nerviosismo se hacía notar cuando la pelota pasaba más por el aire
que por el suelo. Lo mejor –y peor- era que el árbitro termine el partido y
decrete los penales. Así fue. Terminó 0 a 0.
En los penales, ambos estuvieron muy efectivos, hasta que Cesar Taborda le atajó uno muy mal ejecutado a Franco Leys. La gloria se encontraba a tan sólo doce pasos de distancia. Alfredo Ramirez, uno de los estandartes del equipo, fue quien convirtió el penal que desahogo a toda una provincia y que llevó a Central Córdoba a tocar el cielo con las manos.
Un equipo que se armó para
mantener la categoría, sin mucho presupuesto, carente de muchas cosas
esenciales para trabajar, peleó hasta donde pudo para darle la mayor alegría a
sus hinchas. Y, si hoy me preguntan ¿Los sueños se cumplen? Yo les digo que sí.
Vía: Martín Sequeira